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Y fue así que mientras trabajaba ¡logré sonreír!

Paloma es una periodista que nos muestra las diferentes facetas de ser una mujer emprendedora en México.

Por Paloma Medina

paloma-medina-the-strategist.jpg Foto por Michael Hess

Tenía 12 años cuando había pensado por primera vez que quería trabajar en un museo el resto de mis días. Nunca pensé con detenimiento qué tipo de museo, ni haciendo qué, sólo sabía que si la Ciudad de México es una ciudad que destaca por su notable número de ellos entre sus calles y avenidas pues yo… tenía que estar ahí.

Siempre me sentí identificada con las artes; me refiero a la música, a la pintura, a los conciertos (que lo mismo da si son de piano, que de un artista urbano), todo el tiempo mi mente ha maquilado ideas, de las cuales muchas de ellas se han quedado en eso… una idea.

Ejecutar es un proceso que tuve que madurar conforme pasó el tiempo. Y es que más que necesitar determinación, también necesité cruzarme con personas clave en el desarrollo de este fundamental paso en mi -aún corta carrera-. Pese a mis nobles esfuerzos por rescatar en mi vida la esencia artística, finalmente me decidí por estudiar periodismo ¿y saben algo? aunque hubo muchos detractores durante mis estudios, ¡estoy completamente feliz de haber tomado esta decisión!

Sin darme cuenta ahí llegaba mi primer gran decisión, misma que hasta ahora me demuestra en cada oportunidad el gran acierto que fue y que seguirá siendo.

México es un país popular por muchas cosas, entre ellas lo peligroso que es ser periodista en esta nación y, peor aún, lo peligroso que es ser mujer. Me molesta terriblemente tener que comprar a diario la mierda que aparece en todos lados, sobre los terribles casos que están sucediendo a diario. Pero por favor no me mal entiendan, estoy de acuerdo en alzar la voz y actuar para evitar que estas situaciones continúen cobrando vidas y truncando sueños; sin embargo desde hace unos años he adoptado la idea de empoderar a mi género, para que al salir a la calle lo hagan orgullosas de lo que son, lo que hacen, lo que piensan y con suerte orgullosas también de lo que dicen. Desde entonces me he despertado con un carácter que se ha ido forjando y endureciendo, cuando un hombre me dice algo en la calle lo volteo a ver, y cuando me tira un piropo le respondo también. Cuando camino sola de noche por la calle de Versalles (si han estado ahí sabrán que no es lo más hermosa, alumbrada y segura, pues hay muchos indigentes por ahí), ¿saben? voy sin miedo.

Crecí rodeada de mujeres, mi abuela usó muchas de sus tardes cocinando mis platillos favoritos para cuando regresaba del colegio, mi madre trabajando y educándonos a mi hermana y a mí con ideales rígidos y un pensamiento chico. Mujeres provenientes de un pueblo a menudo me dirían que andar en bicicleta a toda velocidad, o ser pesada con los niños no me traería nada bueno. Ahora les confieso que adjudico a las razones antes mencionadas mi dura forma de ser y de enfrentar situaciones, la misma que proyecto y que me esfuerzo por esparcir entre el género. No quiero que mis hijas crezcan temerosas de lo que decidan hacer con sus vidas y por eso desde hace un par de años, he defendido lo que soy y lo que hago. A veces con miedo al fracaso pero… ¿quién no lo tiene?

paloma-tbl.jpg#small Foto: Alejandra Patrón

El empoderamiento femenino para mí es decirle a tu pareja no quiero, no está bien, soy infeliz, no me haces bien. Es rechazar una oferta laboral por el pago desigual y debatir respetuosamente con tu jefe, ese punto de vista que tienes sobre un proyecto o una tarea designada. Empoderarte también es defender lo que quieres hacer, nutrir esa idea con valiosos puntos de vista, hasta perfeccionarla solo para obtener un resultado mejor.

Pesé a que vengo de un pueblo al sur de la Ciudad de México, pese a que he sido despedida dos veces de mis trabajos, nada ha cortado mis alas. Claro que la primera vez era una inmadura y temerosa periodista de 24 años, ya para los 27 he obtenido el grado de master degree con esto de los despidos.

En esta última ocasión sentí un alivio pues yo tenía varias semanas pensando qué pretexto decir para irme. Recuerdo que en muchas ocasiones tuve que fingir estar de acuerdo con muchas cosas que no me parecen del mundo laboral y por eso al salir de la sala de juntas recogí mis cosas y solo pensé: ahora tendré tiempo para escribir. Creo que todas las personas que me conocieron siempre lo supieron, que era una cosa temporal mero proceso accidental, pues nunca tuve ganas de echar raíz ahí.

Y caminando por la calle me dije: debe ser Dios el que insiste en hacerme entender que en la vida de oficina no voy a ser feliz. Dos veces y por motivos diferentes, ¡claro que debo ser yo!

Por supuesto que no juzgo la intriga del resto ante este cambio de planes inesperado para todos, excepto para quienes lo sabían desde tiempo atrás. Sin embargo no los eliminé de mi vida y quizá aquí llega la segunda lección del texto: queridos lectores no le den tiempo al odio, al rencor, a la negatividad ¡SIGAN MOVIÉNDOSE! De verdad, todo cambia tan rápido que no hay tiempo para eso. Ojalá algunos de ellos que me vigilan a diario en LinkedIn y de vez en cuando en redes sociales, de verdad lo entiendan. Yo estoy bien porque estoy escribiendo. A raíz de mi primer despido (el que me dolió como nada en la vida), entendí que este tipo de situaciones son puertas que abren paso a decisiones que nos cuesta tomar definitivamente, por ejemplo: me quejaba diario de mi sueldo, de la distancia, de algunas actitudes en el ambiente de trabajo, pero prefería conformarme. Era más fácil quejarme que hacer algo al respecto.

“Si las personas dudan de lo lejos que pueden llegar, lleguen tan lejos como les sea posible para que no puedan seguir escuchándolos”
-Michelle Ruiz, periodista

¿Quieres hacer algo por ti, por tus intereses? HAZLO. ¿Quieres renunciar pero tu plan B no es tan sólido? entonces ESTRUCTÚRALO. ¿Quieres decir tu opinión pero tienes miedo que eso te provoque problemas? estás en el lugar EQUIVOCADO. ¿Quieres ser un referente en tu ámbito? querida, ATREVETE.

Que los sueños van y vienen, la creatividad es como la maquinaria de un reloj… en algún momento se cansa. Aliméntala, trabájala y entonces, solo hasta entonces empezarás a cultivar lo que cosechas.

De la vida del emprendimiento les puedo decir que es fácil cuando no se da lugar a la duda, al miedo, a la indecisión. El paso más difícil es otorgarle valor propio al proyecto. Defiéndelo, crea un millar de razones por las que vale la pena. Y cuando las cosas se pongan difíciles no te desanimes, quizá son genuinos mensajes para que puedas cambiar un poco el concepto y sus objetivos. Es cierto que no es fácil, pero les prometo que no es imposible.

Lo increíble es que en México la cultura de emprendimiento femenino está in crescendo, cada día abren sus puertas más espacios de co-working donde la oportunidad de hacer networking se intensifica. The Strategist nació hace casi 2 años como una agencia de estrategias digitales pero hoy, con más gente formando parte del equipo, se identifica como una agencia de creación de contenido que define tono de marca y presencia digital. Este proyecto me ha dado la oportunidad de tener tiempo para escribir y aterrizar un proyecto más personal que me intriga más de lo que pueden imaginar, sin embargo aquí estoy leyendo lo que escribo para enfrentar los próximos meses con la vista en el objetivo.

Cualquiera que tenga algo que decir, puede escribirlo en The blank letter. Publicamos artículos escritos por autores con diversas opiniones, que no necesariamente reflejan nuestra forma de pensar. ¿Tienes algo que contarnos? Da click aquí y descubre cómo.

Última edición: 19.09.2019