Había pasado solo un mes desde que me gradué de la universidad cuando ya había conseguido mi primer trabajo en una compañía. Tenía una credencial con mi foto, checaba al llegar y al salir, tenía un teléfono personal con conmutador, llevaba mi comida en tuppers y la calentaba en uno de los más de seis microondas disponibles… en fin, me convertí en “godín” en toda la extensión de la palabra.
Durante mi tiempo ahí, hubo mucho movimiento de personal y tuve la oportunidad de conocer a varias personas que habían trabajado por su cuenta por varios años y en diferentes industrias creativas. Yo tenía una idea muy romántica de lo que era este modus vivendi y debo confesar, muy influenciada por lo que hacían Carrie Bradshaw en Sex & the City y Hannah Horvath en Girls (lo siento, clichés de periodista).
Aunque me daba curiosidad trabajar como freelance, estaba segura que nunca me atrevería y ya me había imaginado toda mi vida siendo asalariada y pagando con mis vales de despensa cada vez que fuera posible. Pero olvidé un pequeño detalle: la vida da muchas vueltas. Aunque no estaba en mis planes, de pronto me vi en la necesidad de buscar un trabajo y me empezaron a surgir algunas oportunidades de participar en proyectos independientes haciendo home office, o sea, trabajando desde casa. Así sin más, pasé de recibir un salario mensual, a tener que aprender a hacer cotizaciones y facturas.
Y si algo me queda claro, es que estoy muy lejos de llevar una vida como la de Carrie —a menos que hablemos de la escena del intro en la que un autobús pasa sobre un charco y la salpica. Pero también he aprendido mucho y he descubierto habilidades en mí que no sabía que tenía, a continuación te digo cómo lo logré en cinco pasos:
1. Organización a otro nivel
Me considero una persona organizada, incluso algo obsesiva por el orden. Pero estar involucrada en diferentes proyectos con distintas personas, requiere de un nivel de organización mucho mas específico para estar al día con cada uno de ellos, cumplir con tus responsabilidades y respetar los deadlines.
Tip: Tener una agenda es imprescindible, al igual que ser la Marie Kondo de tus archivos, anotaciones y correos.
2. YouTube puede ser tu contador
Una de las cosas que más miedo me daba de ser freelance, era que tendría que hacer facturas y pagar impuestos por mi cuenta. Sabía que tener un contador era la solución más obvia, pero siempre he tenido espíritu autodidacta y quise probar qué tan difícil era hacerlo por mi cuenta.
Y como en muchas otras partes de mi vida, encontré la solución en YouTube, hay miles de tutoriales hechos por expertos que te explican cómo hacerlo paso a paso.
Tip: No te desesperes, lo más importante es tener paciencia y ver los tutoriales una y otra vez hasta que lo logres.
3. Juntas, reloaded
En mi trabajo anterior, bastaba con reservar una sala de juntas o —en el peor de los casos— reunirse en una de las áreas comunes para hablar con integrantes de otros equipos o con clientes.
Pero cuando trabajas por tu cuenta, tener una junta significa visitar oficinas por toda la ciudad, buscar cafeterías, restaurantes o bares –dependiendo el perfil de la persona con la que te reunirás– y el tipo de proyecto o, lo que antes odiaba y ahora parece la solución más sencilla: agendar una llamada o videollamada.
Tip: Dedica un día de tu semana a juntas, así no perderás tanto tiempo en trasladarte a distintas partes de la ciudad.
4. Establece horarios
Uno de los primeros problemas con los que enfrenté es que de pronto me sorprendí trabajando un sábado a las seis de la tarde, o un martes a las once de la noche (obviamente al día siguiente no logré despertarme temprano). Esto sucede porque al estar en casa pierdes un poco la noción del tiempo y acabas teniendo un caos en tus horarios.
Tip: Al igual que cuando tenías que cumplir con un horario de oficina, establece a qué hora vas a despertar, a qué hora harás ejercicio, tus horarios para desayunar, comer, caminar un poco y no olvides poner una hora límite para trabajar.
5. Encuentra “el” lugar
Encontrar un lugar en el que me sintiera cómoda y pudiera concentrarme fue otro de mis conflictos —de hecho sigo trabajando en ello. Si no tienes un escritorio o un área destinada para trabajar, quizá los primeros días tengas dolor de espalda, cuello y hombros; pero si no mejoras tu postura, éste podría llegar a convertirse en un dolor crónico.
Tip: La solución más obvia y funcional es invertir en una silla ergonómica y un escritorio. Pero si no tienes espacio o no puedes pagarla ahora, te recomiendo ser versátil: cambia de lugar al menos cada hora y media, párate, camina un poco de vez en cuando, asegúrate de sentarte derecha y colocar tu laptop o computadora de escritorio en una posición adecuada (este video te ayudará a saber cuál es).
¿Tuviste una experiencia similar? o ¿pasaste de ser freelance a trabajar en una empresa? ¡Cuéntanos tu experiencia! Recuerda que en The blank letter todas pueden escribir, da click aquíy descubre cómo colaborar.
Última edición: 30.03.2019