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Sé, Lo Que Sea Que Eso Signifique

¿Crees que tu valor se define por tu productividad? Esta historia te hará replantearte todo. Descubre cómo dejé de ser un número y comencé a vivir para mí misma.

Por Ana Cantú

se-lo-que-sea-que-eso-signifique.jpg Foto por Beatriz Braga

Durante mucho tiempo, viví en un estado constante de neurosis, donde cada segundo de inactividad era un desperdicio de mi tiempo y el simple acto de existir me parecía inválido. Hacía las cosas solo por la necesidad de sentir que estaba haciendo algo, no porque realmente lo deseara. Desde que salí de la universidad, me atormentaban preguntas como: “¿Qué planes tienes? ¿Qué vas a hacer después? ¿Estás buscando trabajo? ¿Estás considerando una maestría?” Con estas preguntas comenzaban casi todas las conversaciones que tenía con adultos, provocando ansiedad, crisis existenciales y dolores de cabeza. Naturalmente, necesitaba tener una respuesta ensayada y parcialmente falsa para callar esas voces que exigían resultados y desalentaban los procesos.

Al estudiante que trabaja, se le enseña que debe aprender a priorizar si quiere triunfar tanto en el ámbito escolar como en el laboral: el empleado ideal y el estudiante estrella, sacrificando la salud física y mental. Mis compañeros, en la misma situación, llegaban de la oficina al trabajo sin haber comido y, en ocasiones, sin haber dormido. Estos hábitos eran aceptados y glorificados, pero nunca cuestionados. ¿Quién los culparía? Están haciendo lo necesario para sobrevivir dentro del incesante e inalcanzable status quo. El burnout, la ansiedad y la depresión se han convertido en la Santísima Trinidad de este sistema. La sociedad nos ha condicionado a creer que nuestro valor depende de logros externos como la carrera, los títulos y el trabajo, al mismo tiempo que nos presiona a caber en un molde preestablecido.

Hace unos meses, mientras malabareaba el trabajo y el estudio, mis jefes hicieron una evaluación de mi rendimiento y proyectaron mi índice de “utilidad” en la pantalla que nos separaba. Seis por ciento. Para ellos, eso era lo que valía mi esfuerzo. Dejé de ser una persona con necesidades y deseos para convertirme en un simple número, una estadística más en un mundo gris y de metal. Me sentí deshumanizada, como una máquina sin descanso, funcionando en automático. Mi valor se redujo a un porcentaje insignificante que podría ser reemplazado en cualquier momento. Ese día, al ver mi valor reducido a un número, me enfrenté a un dilema: seguir desgastándome por un número que no reflejaba mi humanidad o redescubrirla. Fue en ese instante que supe que debía renunciar. Mi “utilidad” era baja, pero mis ganas de vivir y disfrutar mi vida no lo eran. De camino a la escuela, las nubes se despejaron y el sol salió, como si mi vida hubiera vuelto a empezar. El sentimiento de inferioridad e impotencia que me perseguía no me alcanzó, y dudo que lo haga de nuevo.

Ahora, ya no hago las cosas por la necesidad de sentir que debo hacerlas; ahora las hago porque quiero. Antes, cada tarea me parecía una carga, como si debiera estar siempre ocupada. Pero al cambiar de la mentalidad de “hacer” a la de “ser”, todo lo que hago se convierte en algo que deseo. Ya no me arrastra la corriente, ahora nado en ella.

Ya no estoy atada a lo externo ni a lo que otras personas piensan. Hacerlo sería sobresaturar mi cerebro y vivir por otros, no por mí.

Entendí que cuando alguien tiene una opinión negativa sobre mí, es su problema, y se convierte en mío solo cuando me importa.

Quisiera aconsejarte que, antes de tomar el mismo atajo de siempre, te pierdas. Desvía tu camino, explora lo desconocido, busca donde puedas crear, amar, conectar, conocer y explorar. Deja de mentirte, de repetir las historias que has creado sobre ti mismo, esas historias que seguramente nacen de las expectativas sociales. Ríndete al flujo cambiante de la vida, acepta el cambio y suelta el control. Cuando dejes de sentirte vivo, vuelve a usar ese sentimiento para cambiar de banqueta, para cambiar de dirección.

Cuando tu camino sea difícil de caminar, haz lo que siempre haces y das por sentado: respira. Deja tu rastro e inspira. No existe un criterio universal para ser un ser humano exitoso; debes definirlo bajo tus propios términos. Como Demi Moore dijo en su discurso de aceptación en los Globos de Oro: “Nunca serás suficiente, pero puedes conocer el valor de tu valía si dejas de medirte”.

Sé, aceptando lo que eres. Sé, sin estar atado a las expectativas externas o a los juicios de los demás. Sé, antes de que no seas. Sé, sea lo que sea eso signifique.

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Última edición: 22.01.2025