wellness

Báilala a tu ritmo

O de mi epifanía durante una clase de indoor cycling.

Por Ximena Sordo McDaniel

indoor-cycling-post.jpg Foto por Javi Indy

Terminar mi día liberando una buena dosis de endorfinas y quemando un poco de calorías, se ha convertido en pocas semanas en uno de mis rituales favoritos. Elegir diariamente una actividad diferente —dependiendo de lo que mi cuerpo necesite— e irme a la cama con el cuerpo cansando y un poquito adolorido es mi definición de self-care nocturno.

El lunes tocó clase en uno de mis estudios favoritos de indoor cycling. Me entregaron mis tenis, comenzó la música y —antes de que pudiera pensarlo— mi ritmo cardiaco ya se había acelerado acompañado de una sonrisa victoriosa, la de alguien que no se ha sentido al cien en un par de semanas, pero que lo sigue intentando.

La clase transcurría de manera normal: un inicio vigoroso con actitud positiva, es fácil seguir el ritmo en las primeras canciones, pero… apareció el cansancio. Y en ese momento mi mente comenzó con su macabro plan llamado: autosabotaje que consiste en compararme con todas las personas que se encuentran en el estudio y activar el pensamiento “no puedo”.

Y efectivamente, me parecía imposible llevar el ritmo de la canción. Pasé del disfrute de una actividad que me encanta, a padecerla por completo en cuestión de segundos. Y no, no tenía nada que ver con el cansancio físico, la responsable era mi mente.

De repente escuché una voz que interrumpía mi discurso interno, gritar: Báilala a tu ritmo, era la coach que, sin quererlo, le había dado al clavo a mi incomodidad. Y no hablo de la de los últimos veinte minutos de clase, sino a la que llevaba sintiendo los últimos veinte días.

Llevaba semanas tratando de encajar en las expectativas de otros ojos.

Logré cambiar el chip y terminar la clase gozando, a mi ritmo, sin comparaciones ni expectativas. Ese día me fui a dormir liberada, llevaba semanas tratando de encajar en las expectativas de otros ojos, semanas comparándome, semanas intentando bailar a un ritmo que no es el mío hoy.

Está bien, a veces nos van mejor las despacitas y otras tantas, nos sentimos más cómodas con una danza africana, en esta vida todo cambia y quizá mañana esté bailando al compás del bossa nova, no lo sé. Lo que sí sé, es que la vida la disfruto más cuando la bailo a mi ritmo.

Cualquiera que tenga algo que decir, puede escribirlo en The blank letter. Publicamos artículos escritos por autores con diversas opiniones, que no necesariamente reflejan nuestra forma de pensar. ¿Tienes algo que contarnos? Da click aquí y descubre cómo.

Última edición: 04.03.2020