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Plenitud en la era de la inmediatez

¿Te sientes abrumada por la constante estimulación digital? Descubre los beneficios de desconectarte y disfrutar de experiencias auténticas.

Por Javiera Valderrama Gaete

plenitud-en-la-era-de-la-inmediatez.jpg Foto por Polina Tankilevitch

¿Quiero saber quién es Kamala Harris? Lo busco en Google. ¿Quiero escuchar música nueva? Abro Youtube o Spotify. ¿Necesito inspiración para escribir? Lo busco en ChatGPT.

Muchas tuvimos la suerte (o no) de nacer en la era digital. Lo que jamás tomamos en cuenta es que la tecnología iba a desarrollarse tan rápidamente y las personas terminarían creando aplicaciones que nos tienen 247 pendientes de unas pantallas llamadas celulares.

¡Y cómo no hacerlo! En Internet todo es fácil, rápido, personalizado y (casi) perfecto. Es para nunca más salir de ahí. Estar pendientes de las cosas que nos interesan, scrollear infinitamente para ver videos que nos hacen reír y mostrar lo que nosotras queremos que los demás sepan. ¿Suena increíble, cierto? Porque lo es, pero estamos olvidando algo importante: vivir.

No en todas las partes del mundo es igual, pero desde mi experiencia como una chica chilena, la vida moderna es tan veloz como Internet. La publicidad sobre cómo vestir y qué comer abundan en las grandes ciudades, mientras las redes sociales nos muestran anuncios personalizados. Todo el día, a cada hora, hay algo nuevo. Y se puede publicar. Y es googleable o instagrameable.

Es una búsqueda constante de gratificación instantánea, al punto que nada es suficiente. Me di cuenta que autoestima era baja porque no cumplía con los cánones impuestos por la sociedad. Estaba nerviosa por saber quiénes veían mi historia o daban like a mis fotos. Y era una necesidad subir contenido para “tener presencia” en mi cuenta de Instagram (que, honestamente, a nadie le interesa lo que publiques o no en redes, a menos que seas creadora de contenido).

¿Quise aprender a bailar? Lo abandoné porque no me aprendí la coreografía elegida en dos días. ¿A editar en Photoshop? Me quedó horrible la primera foto y deserté. ¿A utilizar excel? El tutorial era muy largo.

Todas las excusas anteriores suenan una tontería, pero no lo son cuando nuestra mente se está acostumbrando a tener menos capacidad de retención.

Ya no podemos simplemente disfrutar de hacer las cosas, sin importar si somos buenas o mediocres. Todo es competitivo. Todo es medible.

Conceptos como slow life y detox de redes sociales los aprendí, irónicamente, gracias a Internet. Debido a mi profesión como futura periodista, alejarme por completo de Instagram o TikTok es imposible, pero lo hago de vez en cuando para priorizar mi salud mental.

Experiencias reales como hablar con la gente que viene contigo en el transporte público. Ver a los niños jugar en alguna plaza cercana o salir a caminar sola. Leer, estar con tus mascotas o escribir garabatos en una libreta. Actividades sencillas y mundanas, pero olvidadas por nosotras mismas.

La modernidad exige mucho de las personas, en especial de las mujeres. Tenemos que ser buenas hijas, madres, esposas, profesionales, cuidadoras, jefas de hogar y la lista es extensa. Por ello es que la invitación es, aunque sea por 10 minutos, a detenernos y disfrutar del momento presente, sin prisas ni expectativas.

Logremos redescubrir el valor de lo simple; disfrutarlo sin comparaciones ni presiones es un acto de resistencia porque la gratificación no viene del reconocimiento, sino de la satisfacción de vivir el momento plenamente.

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Última edición: 20.09.2024