¿Cuántos de nosotros hemos encontrado a nuestra pareja ideal? ¿Cuántos de nosotros hemos debido atravesar duras experiencias para intentar llegar a la persona indicada? ¿Cuántos de nosotros hemos persistido en una relación dañina, solo por pensar que en algún momento iba a mejorar? ¿Cuántos de nosotros aún estamos inmersos en un círculo vicioso?
En una relación normal y sana lo que esperamos es que el amor que entregamos sea recíproco, que exista armonía y equilibrio, que exista confianza plena y donde cada uno pueda mostrarse tal como es y que cada uno pueda crecer sin apagar la luz del otro.
Por el contrario, en una relación tóxica la imagen que desarrollamos de la persona que elegimos como pareja es similar a una medicina que necesitamos para vivir, aun cuando no nos haga bien, aun cuando recibamos sentimientos negativos, desvalorizaciones y humillaciones.
Estar en una relación tóxica es como estar en un pozo, en un pozo oscuro y profundo. Estar dentro de este pozo significa que aunque no vemos la luz, y aunque las condiciones son dañinas, estar ahí nos hace sentir seguros, pues no conocemos nada distinto. Desgraciadamente, a la única persona que percibimos que nos puede ayudar es la misma pareja que tanto dolor nos ha entregado.
Cuando uno está inmerso en una relación tóxica, comúnmente se piensa “No es tan terrible, no todo es tan malo”, “Me demuestra su amor cuando me dice que me aleje de mis amigos para tener más tiempo para el/ella”, “Igual es normal que tenga tantos celos, así demuestra que se preocupa” o “No puedo dejar esta relación porque he estado mucho tiempo” “No puedo dejar esta relación porque él o ella me necesita”, “No puedo dejar esta relación porque no sé cómo comportarme en otro vínculo, ya me acostumbré a esto”
Pero… ¿Cómo podemos frenar y realmente dar un paso atrás?
La clave es tomar conciencia, nadie puede superar una etapa así, si primero no reconoce que hay un muro que permanece ahí y hay que destruir. Hay que saber diferenciar entre el amor real (sano) y el amor falso (dañino), ya que la principal venda que existe y lo que nos hace postergar la decisión de terminar una relación es la confusión que tenemos del concepto amor.
Saber pedir ayuda, poder conversar una y otra vez del tema, desahogarnos cuando queramos y expresar también nuestra tristeza y frustración, es una de las cosas más importantes. A veces, creemos que podremos salir de esta situación solos, sin embargo, es fundamental tener redes de apoyo que nos brinden mayor seguridad, confianza y empatía.
La distancia, tanto física como emocional, es imprescindible. Borrar absolutamente todo lo que nos recuerde a esa persona, incluyendo teléfonos, redes sociales, y replicarlo también para cualquiera de sus contactos, especialmente su familia y círculo. Lo más importante es tener claro que los sentimientos de tristeza, culpa, se mantendrán y es normal, la incertidumbre se hará presente, sin embargo, debemos mantenernos firmes, recordar todas aquellas cosas que nos hicieron tomar la decisión de terminar la relación, todas las palabras hirientes y todo el daño causado.
Lograr cerrar círculos dañinos es necesario para todo aspecto de nuestra vida, y para que sea algo positivo, siempre hay que pensar que una de las razones por las cuales estuvimos con aquella pareja que tanto dolor nos causó, es la lección que nos dejó. Probablemente, aprenderemos a conocernos mejor, a no conformarnos, a valorarnos más, a detectar mejor las señales, a entender que el amor jamás será sinónimo de sufrimiento, a no cometer los mismos errores.
Hay que saber decirle no al miedo, absolutamente todos merecemos alguien que nos quiera, nos respete y nos cuide. Jamás deberíamos mendigar cariño ni aceptar situaciones que nos disminuyan como personas. Tú eres el único dueño de tu destino, y cuando sepas bien que es lo que quieres recibir y te mereces, entonces vas a atraer a quienes te potencien y te amen de verdad, tenlo por seguro.
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Última edición: 18.06.2023