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Cómo Sané Mi Relación Con La Comida

No somos lo que comemos, somos más. Te cuento cómo empecé a sanar mi relación con la comida y mi camino hacia una alimentación saludable.

Por Claudia Romo

sanar-la-relacion-con-la-comida.jpg Foto por Andres Ayrton

A inicios del 2022 me encontraba sumida en un TCA (trastorno de conducta alimentaria), en algún punto me di cuenta que no contaba con una red de apoyo para salir de ahí, mis familiares y amigos no lo sabían o bien, lo ignoraban.

Decidí que por cuenta propia buscaría ayuda, platique con mi terapeuta y me ayudó a contactar con una nutriologa no peso centrista. Para ese momento yo aún no tenía un diagnóstico, pero efectivamente ella me lo confirmo, me explico acerca de las conductas que uno llega a tener, como: la restricción, el control, la compensación, la culpa etc.

En la primera sesión me explicó como sería el proceso, tendríamos una sesión cada dos semanas acompañadas de un proceso terapéutico, yo le comenté que había escuchado hablar de algo llamado “alimentación intuitiva” ella me dijo que al tiempo eso era algo que se iba a dar, pero primero tendríamos que empezar por una alimentación plena y compasión.

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La alimentación plena y compasión nos habla de llevar un proceso amable, aprender a comer con todo lo que eso conlleva, aprender a escuchar tu cuerpo, sanar tu relación con alimentos y con la comida, con tus sentimientos y emociones, es abrirnos al disfrute y al goce por la comida.

Debo decir que desde niña no me encuentro en un peso considerado saludable, que yo recuerde mi peso era tema de discusión entre las personas adultas y los niños también. Esto yo no lo entendía en mis primeros años de vida ya que aunque era rechazada constantemente por niños y discriminada por mi peso, no comprendía lo que esto conllevaba.

Tenía alrededor de diez años cuando comencé a culpar a mi cuerpo por el rechazo que sentía, sufría ansiedad al entrar en una habitación con más personas y desde entonces el peso comenzó a regir mi vida, estaba obsesionada.

Me habían llevado al nutriólogo desde los siete años, vivía en las dietas, consumía los alimentos con culpa. Aunque hacía ejercicio yo sentía que nada ayudaba para perder peso. En la preparatoria empecé a no consumir alimentos, me negaba y eso me dio resultados. Entré a la universidad y empecé a ser más restrictiva, hasta el punto de hacer ayuno intermitente —que, debo recalcar, hizo más grande el problema. La cantidad de ejercicio no era proporcional a la cantidad de alimento que ingería, lo que hacía que siempre estuviera al borde y no entendiera mis emociones y la conexión con mi cuerpo era nula.

Cuando empecé a llevar una alimentación consciente lo fácil fue comer y lo difícil fue educarme, ser paciente conmigo, entender que el camino a una alimentación saludable es estar dispuesto a convivir con todas mis emociones también y el camino va siendo liberador. Duré tres años en el proceso de reconectar con mi cuerpo y es algo que no acaba, me costó entender que no solo somos lo que comemos, somos más, la alimentación es importante pero no lo es todo, y obsesionarnos con ella puede ser muy dañino.

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Última edición: 11.02.2025