¿Puedo llamarla trampa aún cuando la vi venir hacia mi?
Porque hay personas que presentan sus deseos íntimos como un mantel abierto y te invitan a sentarse en su mesa.
¿Por qué creemos que somos las invitadas esenciales y hasta irremplazables?
Aún cuando esos deseos no son propios, pareciera que hay una necesidad por cuidar de los deseos del otro.
¿Será que tenemos en nuestro interior una cuidadora, una psicóloga o una madre?
Me tomo el tiempo de respirar, de observarme en el espejo, y preguntarme ¿qué es lo que realmente siento? Sin miedo a la respuesta, finalmente, soy yo, hablando conmigo misma.
Hablando con mi amor propio, con mis propios sueños y deseos.
Me miro al espejo como una herramienta de visualización, para sentir y leer mi lenguaje corporal. Busco contenerme, a través del viaje emocional que es soltar una experiencia romántica con un otro.
Me permito escuchar música que abra mis canales emocionales, me contengo amorosamente en el proceso. Todo toma tiempo, pero este tiempo es potente e importante. Eres tu, dándote el tiempo de cuidar de ti, de conectar con tus propias emociones. De hecho eres tú, dialogando con tus deseos y tus expectativas.
Y la mujer esqueleto, la intuición, la vieja, como tu desees llamarla, te indicó el camino desde que abriste la puerta.
Si aún no has leído el libro: Mujeres que corren con lobos, de Clarissa Pinkola, te recomiendo hacerlo. Es encontrarte con un círculo de mujeres sabias, no te arrepentirás. Es mi libro favorito y mi guía.
Clarissa dice múltiples veces “Recuerda siempre leer los ciclos de la vida-muerte-vida”.
Yo agrego: Y no te ilusiones con deseos ajenos. No te ilusiones. Y lo comparto con positivismo, como un manto de lavanda, que te invita a recordar que es mejor vivir el presente así como está vestido, y con sus sabores reales.
Soltar el velo de la ilusión y dejar de perdernos el presente.
Soy una soñadora empedernida, enamorada de la vida, y cuando la intuición me avisa que viene un cierre, yo decido seguir avanzando, de todo aprendemos, sólo hay que atreverse a soltar y cerrar puertas.
Pero sin miedo, porque son puertas que no son para nosotras o que ya nos enseñaron lo que debiamos experimentar.
El viaje del amor propio tiene muchos rostros, pero me siento profundamente acompañada. El amor es una energía que fluye con fuerza (o por lo menos así lo siento). Lo bueno de todo esto es que puedo tomar mi celular y llamar a mis amigas. Compartir lo aprendido, y luego abrazarme, por atreverme.
La próxima vez que me siente en la mesa con un otro, me sentaré sin el velo de las ilusiones. En su lugar me sentaré junto a mi intuición, escuchando mi sabiduría ancestral.
Siendo yo, y no una pieza en el rompecabezas.
Finalmente, somos las creadores y guionistas de nuestra vida. Habitar mi cuerpo y alma, es mi regalo más honesto.
Te envío un abrazo si estás palabras te hacen sentido, las he escrito desde el corazón. Somos mujeres habitando este universo de humanos, no pierdas la ternura ni la intuición.
Un abrazo gigante,
Gabriela González que
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Última edición: 28.09.2024