Los amigos tuyos lo son porque comparten cosas mutuamente. Bueno, en mi caso, cada uno somos el complemento del otro. Como yo, Imanol, un loco por la vida y deseos enteros de comerse al mundo, y ellos por motivarme y compartir el motor del gran viaje.
Algunas veces por la tarde trepo desde el balcón donde vivo hasta llegar a la azotea y me recuesto hasta ya no pensar más que lo que deseo pensar, les hablo de controlar mis pensamientos en mi entorno sin que ellos me dominen. Y una vez seguro de mi mismo comienzo a recordar mi vida y la vida con quienes he compartido momentos inolvidables, de experiencia, crecimiento, carcajadas y lágrimas con lamento, pero aprender de ello es lo que me motiva a seguir trepando por los barandales puesta arriba y me clavo fijamente en el ocaso cuando el sol es enorme y medio anaranjado y rojo.
Este domingo estuve pensando sobre lo que los hombres reflexionamos después de un nuevo comienzo, no hablo de una relación amorosa perdida, de eso les contaré en la próxima, me refiero a las personas que dejamos atrás cuando tomamos las riendas de nuestra vida. Hace dos años vine a vivir a Cuernavaca, México, para estudiar la universidad; mis padres fueron los primeros en quienes pensé, mis amigos fueron los terceros en quien pensé, ya saben toca conocer nuevas personas, tardo en agarrar confianza para entablar grandes amistades pero cuando me suelto soy como un loquito del centro excepto por andar todo el día en la calle.
¡Ah! Les decía, y la segunda cosa en quien pensé fue -“¿Cómo rayos me subiré a la azotea para pasarla todas las tardes en mi rato?”
Cuando subí por primera vez sentí al viento cálido traspasar mis pulmones y abrazándome con cariño. Y el pecho se me derritió, mi corazón había sido congelado constantemente por la desilusión de un amor, mi ojo derecho derramó una larga lágrima y como en secuencia pasó frente de mi larga e inusual vida. Supe que era el momento de comenzar otra vez, ya lo dije todo otra vez. Y me sentí tan radiante como los rayos del sol, tan triste como las noches de Bukowski, pero tan alegre como un niño cuando su madre llega por él al kinder.
Fueron tan profundas las sensaciones, que me consumí hasta el anochecer con el viento aún cálido. Ya casi terminando en descongelar este cuerpo joven con cigarro con menta, mi olor fresco atrajo una parvada de palomas y se clavaron en mi espalda, entonces supe que ellas serían mis nuevas amigas en este nuevo comienzo. Nunca es tarde para conocer a alguien, nunca está de más estar safado un poco; yo que soy distinto a la multitud, de verdad sé cuanto vale la pena vivir por mis deseos tras mis virtudes y qué mejor en que me acojan mis acompañantes de vida. Porque así como llegaron se fueron con el frío de la noche y mientras comenzaba a bajar hacia mi habitación las estrellas me cuidaban la espalda. Nunca estoy solo, no me da miedo estar solo, siempre me siento tan seguro sin importar cuanto lo dude.
Imagínate estar conmigo compartiendo nuestras vidas, nuestras locuras. ¿Lo imaginas? Este fue mi gran comienzo, dudé mientras pensaba, pero nunca perdí la razón de quien soy.
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Recuerda que estoy contigo cuando te sientas sola o solo, tu amigo Imanol con sus acompañantes te desean un gran comienzo desde cero y una locamente feliz vida.
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Última edición: 07.12.2024