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El Viaje del Elefante de José Saramago: reseña del libro

Terminé de leer El viaje del elefante de José Saramago, una historia tan real como irónica. Te comparto una reseña.

Por Romel V Peñaranda

el-viaje-del-elefante.jpg Foto por The blank letter

Un elefante asiático que cruza la vieja Europa por el capricho de sus reyes y archiduques es el protagonista de una historia tan real como irónica. Como indica el título del libro, El viaje del elefante es una travesía de un mamífero bautizado Salomón por el rey de Portugal Juan III de Avis “El piadoso”, que, en busca de fortalecer sus relaciones diplomáticas con su primo el archiduque de Austria, Maximiliano II de Habsburgo, decide regalarle un elefante asiático que él mismo había mandado traer de la India, y que aguardaba en Lisboa junto con su cornaca hindú.

José Saramago, ya habituado a darnos hombres duplicados, sociedades cegadas y religiones hipócritas, esta vez se inmiscuye en un relato fácil de leer y empatizar sobre un animal indiferente al mundo que lo rodea, pero que se ve obligado a cambiar su vida por órdenes de personas que nunca lo vieron más que como un adorno. Aun así, Saramago no deja de ofrecernos ver el interior de ese silencioso elefante que, con gestos y acciones, parece demostrar tener más corazón que cualquier humano.

Este es un suceso documentado, real, una lección de que la historia es un constante descubrir de anécdotas que tal vez, si se encuentran las palabras correctas, merezcan ser narradas por la contemporaneidad, reflexionando, tal y como hace Saramago, sobre el valor de la vida, su insignificancia y su trascendencia. Porque para este escritor portugués, la vida comparte ambas características, aunque estas sean antónimos.

Salomón, obligado a dejar su hogar, se ve envuelto en un viaje, primero a Portugal, del cual no nos cuentan más que detalles, y luego, por disposición del rey, hacia Valladolid, donde se encuentra el archiduque.

Este viaje, a diferencia de otros viajes narrados en la literatura, no es épico, no es una odisea aventurera en la que sus protagonistas deban enfrentarse a adversidades extraordinarias que pongan a prueba sus habilidades.

El viaje del elefante es uno más íntimo, real incluso, lleno de reflexiones.

Subhro, el cornaca del elefante, siendo el segundo protagonista, usa su ingenio y perspicacia para sobrevivir el trayecto y en el camino ganarse el favor del archiduque. Saramago usa en específico a este personaje —un extranjero en tierras europeas— para hablar de lo que siempre le ha gustado: la simpleza humana, la hipocresía religiosa, y criticar el anticuado sistema en el que viven sus personajes y que hace eco en nuestro propio sistema.

Si se aventuran a abrir las páginas de este libro, se hallarán en un paisaje magistralmente narrado. A pesar de que Saramago insista en que ya se acabaron las palabras para retratar correctamente ese paisaje. Una travesía que tal vez no sea la más dramática o fantástica, pero sí será un camino de meditación a las espaldas de un elefante con el alma de un niño, uno que juega con su castillo de arena mientras que sus padres, o en este caso, su rey, decide el valor que tendrá su vida para con la historia.

Saramago escribió este libro en una especie de retiro en la isla canaria de Lanzarote, mientras pasaba por dificultades médicas que lo hicieron estar cerca de la muerte. Aun así, la vida le bastó no solo para terminar este libro, sino otros más, hasta que finalmente partió de este mundo.

José siempre dijo no temer la muerte, sino más bien esperarla plácidamente, sin nada que ocultar.

Esa filosofía se ve reflejada en el final del libro, en la idea de que nuestras vidas, al final, son tan intrascendentes como las permitamos ser.

Sin ánimos de arruinar el final de Salomón para cualquiera que se anime a leer este maravilloso libro, mencionaré como anécdota final y en memoria de aquel animal inocente, que aún se pueden ver vestigios históricos de la veracidad de esta historia, como un grabado de 1558 hecho por Pietro Mattioli del elefante y su cornaca, así como también una ilustración hecha en la fachada del hotel Elephant de Bresanona, en Italia.

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Última edición: 17.01.2024