La música es un arte que acompaña a la humanidad desde su existencia: refleja los amores, temores y esperanzas de una sociedad, la cual está siempre cambiando. Y es hermoso porque existen personas quienes entregan todo de sí para que otros puedan disfrutarla.
Sin los cantantes y músicos, la música no sería más que sonidos sin sentido.
Y ese trabajo, tan grato como demandante, trae consigo el reconocimiento. El apoyo de las personas a un determinado artista, ya sea por la letra de sus canciones o simpatía, se convierte en un pilar fundamental a la hora de tener éxito en el rubro.
Los fans siempre han existido, ya sea en la música, en el deporte o en la religión.
Algunos estudiosos proponen que el fenómeno fan proviene de la antigua Grecia, mientras otros creen que la Beatlemanía fue el puntapié inicial de este fenómeno, que solo ha ido en aumento.
No creo que mis bisabuelos hayan tenido un fanatismo por los cantantes de la época. Las personas del siglo XIX tenían otro tipo de preocupaciones, la vida era más corta y el mundo no era globalizado. Sí disfrutaban de la música, bailaban y tarareaban canciones. O eso recuerdan mis abuelos, quienes bailaron Rock & Roll al ritmo de Elvis. Y mi madre recuerda los cassettes y pósters de Luis Miguel en su habitación.
La historia antes de mí ya estaba escrita, por lo que no es ninguna sorpresa que lleve una vida de fangirl. Desde que era muy pequeña, disfrutaba de la música de RBD con mi mamá. Después llegó el fenómeno Disney; Miley Cyrus, los Jonas Brothers, Demi Lovato y Selena Gómez fueron referentes. Tanto así que gracias a sus canciones le tomé el gusto por aprender inglés.
Durante mi pre-adolescencia y adolescencia, mi vida tuvo un montón de cambios, por lo que mis gustos musicales también fueron variando. Era un arcoíris, pero no de colores, sino de ritmos y sonidos. Durante el día estaba eufórica con las llamativas canciones de k-pop: podía ser la décima integrante de Girls’ Generation o un chico más de Super Junior. Y en la noche, a la hora de dormir, el rock de Arctic Monkeys sonaba en mis audífonos.
Ahora, con 22 años y sabiendo más nada que todo, soy una de las millones que sigue a Taylor Swift. También estoy dentro de muchas engenes que apoyan y admiran a ENHYPEN. Soy parte de aquellos incondicionales que extrañan a Michael Jackson. Y la lista sigue.
Como todo en la vida, ser fangirl no es una actividad sencilla. Hay muchos sentimientos involucrados. Nos emocionamos cuando oímos las canciones de nuestros artistas favoritos, queremos comprar los discos y merchandising, nos ponemos tristes cuando tienen problemas y nos alegramos cuando son nombrados en la radio o son portada de alguna revista.
A pesar de las diferencias que existan entre los seres humanos, la música une. Dentro de un fandom hay una infinidad de personas que disfrutan lo mismo que tú, así que nunca estarás sola.
Dentro de esa comunidad puedes encontrar a tu próxima mejor amiga, una pareja para toda la vida o simplemente alguien con quien fangirlear.
Ser fangirl es entregar cariño genuino, sincero y voluntario a otros; no solamente al artista, sino a quienes lo siguen.
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Última edición: 10.05.2024